Expo en TADO
Exterior de TADO en calle Echegaray, 31. Madrid.
(English below)
Hace años pensábamos que lo mejor sería tener una tienda-taller a pie de calle en el barrio de las Letras y empezamos a andar. De repente valoramos distinto la luz del sol en los cruces, las puertas de madera y las plantas en los balcones. Todo cambia cuando piensas que en cada doblar de esquina te puede estar esperando un nuevo futuro.
Al lado de la calle Huertas, en una calle que huele a jerez de barril, nos encontramos un local pequeño, los cristales tapados con papel como si estuviera de obra. Una fachada de madera pintada de negro mate y un letrero que en lugar de letras tenía un perro blanco silueteado. Sin saber lo que había dentro - o justo por eso - nos quedamos cautivados.
Mucho más tarde - la idea de tener una tienda-taller ya se había esfumado - recorrimos las mismas calles y volvimos a ver el mismo local, esta vez sin papel en las ventanas. Vimos piezas preciosas de cerámica sobre unas estanterías de madera. Estábamos llegando tarde a una boda, pero nos pudo más la curiosidad que la prisa y entramos para conocer a Sylvie, la dueña de Tado.
Años después Sylvie vino a nuestro taller y escogió 8 “erres” para convivir temporalmente con su cerámica. Ayer pasamos a saludar y ver cómo se estaban portando nuestros gorritos en su nuevo hábitat. Justo antes de llegar a Tado nos habíamos encontrado con dos obreros que estaban vaciando una casa y que sin querer nos habían premiado con perchas de madera antiguas, unas telas de lino y unos paraguas amarillos. Sylvie compartió la emoción de encontrar tesoros ocultos. Es de las pocas personas que comprende la cantidad de paseos que uno ha de dar para encontrar objetos que cuentan historias.
Years ago we were dreaming of a workshop/store at street-level in Madrid's old writer's neighborhood and we started walking. Suddenly we valued the alleys, the wooden doors and the plants on the balconies differently. Everything changes when you think that at each street corner a new future may be waiting for you.
Close to the main avenue, on a street that smells of barrel sherry, we found a small store, the windows covered with paper as if it were under construction. A black matte wooden facade and a sign without a name but with a drawing of a dog. Without knowing what was inside - or just because of that - we were captivated.
Much later - the idea of having a workshop/store had already vanished - we walked the same streets and saw the same store again, this time without paper on the windows. We saw beautiful pieces of ceramics on wooden shelves. We were arriving late for a wedding, but curiosity got the better of us and we went in to meet Sylvie, the owner of Tado.
Years later Sylvie came to our workshop and chose 8 "erres" to temporarily live with her ceramics. Yesterday we went to say hello and see how our hats were doing in their new habitat. Just before arriving at Tado we had met two men who were emptying a house. Unintentionally they rewarded us with antique wooden hangers, some linen fabrics and a yellow umbrella. Sylvie shared the excitement of finding hidden treasures. She is one of the few people who understands the amount of journeys it takes to find objects with stories to tell.